No sé si la conocéis,
pero es la castañera, aquella que viene a darnos la bienvenida a este otoño tan
lleno de contrastes. Pero, ¿De dónde ha salido esta festividad tan instaurada
en muchas partes de España?
La verdad es que nunca
jamás en mi vida había celebrado esta fiesta hasta que, hace tres años, me topé
con ella en el cole. Una mujer disfrazada de abuela venía a cantarles a los
niños la canción de la castañera, luego asábamos castañas y los niños
disfrutaban del sabor de este preciado fruto de otoño.
No está muy claro el
origen de esta fiesta, pero se dice, se cuenta y se rumorea que hace ya varios
siglos, en la noche de los difuntos, el campanero tocaba las campanas sin parar.
A esta actividad se sumaban varias personas del pueblo y con el fin de no
desfallecer en el intento, comían castañas y bebían vino.
La castaña era y sigue siendo un fruto muy
abundante en la época de otoño, con lo que la tradición evolucionó y la gente
empezó a celebrar la noche de los difuntos con castañas y una buena bota de
vino. Hoy en día, en Catalunya, sigue la tradición. Lo llaman el día de la Castanyada y a las típicas castañas
asadas se le suman los típicos Panellets,
un dulce hecho en el horno a base de azúcar, almendras molida, huevo y
diferentes sabores.
El caso es que, como
pudimos comprobar en nuestro anterior post, esta fiesta puede tener su origen
en el mismo punto en el que se originó Halloween. Los mismos celtas daban la
bienvenida a la temporada de invierno con la fiesta del Samhaim, tres mil años
hicieron de esa fiesta una noche de disfraces tenebrosos y la riqueza cultural
española la convirtió en un día en el que los frutos y dulces de otoño cobran
su mayor protagonismo.
La castanyera se celebra
en muchas partes de España con sus pequeñas variaciones, pero hay dos elementos
esenciales que nunca faltan: la castaña y la castañera.
Nosotros no vamos a ser
menos, ya sabéis que puestos a celebrar, lo celebramos todos, así que ¡Feliz fiesta
de la castañera!