Queridas madres
del pasado, os sorprenderá saber que vuestra figura sigue siendo indispensable.
Sois el motor que mueve el mundo, el hilo de cualquier fila y el comienzo de
nuestra revolución.
Empezamos a
sentirnos libres y cada día mueren menos mujeres por ello, pero todavía nos
queda mucho camino, aunque ya no caminamos solas ¿Sabéis? Somos más
comprendidas y menos rechazadas. Casi ya no somos invisibles.
Seguimos
agradeciendo ese don que nos viene por naturaleza, ese regalo que solo podemos
sentir nosotras pero que ya no solo es nuestro. Nos sentimos responsables pero
libres. Lo que es un deber no tiene porqué convertirse en una obligación. Hemos
cambiado y cada vez tenemos menos remordimientos.
No os culpamos.
Nadie nos dijo que la maternidad sería más cárcel para unos que para otros,
pero repito, no os culpamos. Bastante cárcel tuvisteis que sufrir vosotras y
sin embargo seguisteis luchando. Nosotras nos hemos propuesto derribar esos
barrotes.
En ocasiones,
incluso, decidimos no casarnos, no creer, no tener hijos, trabajar, viajar, etc
¡Solas! Ya no necesitamos a nadie a nuestro lado, pero tampoco lo descartamos.
Hemos descubierto que la soledad, esa a la que tanto miedo le teníais, no es
tan mala como pensábamos. Ahora está de moda vestir santos ¡Fijaros! Aunque
todavía quedan demasiadas madres del pasado. Seguimos luchando por cambiar esas
mentes. A veces es preferible elegir ser feliz que pasarte el resto de tu vida
buscando cómo ser feliz.
Otras veces
también nos casamos, o nos juntamos, o nos separamos, o nos queremos con
locura, tenemos hijos, los criamos, los sacamos adelante, pero no somos madres
solteras, somos madres como vosotras. Algunas ya somos libres.
Hemos descubierto una palabra nueva: CONCILIACIÓN. Conciliamos nuestra vida familiar y laboral, como buenamente se puede, porque mucha veces nuestro don es más bien una desgracia, supongo que sabréis de lo que hablo. Muchas veces nuestros sueños se quedan donde alcanza nuestra barriga, y es que hay barreras que se nos están haciendo difíciles de derribar, pero no imposibles.
Queridas
luchadoras del pasado que tanto os sacrificasteis porque vuestro nombre se
grabara en la historia, os decepcionará saber que no hemos avanzado tanto como
imaginabais, pero sí lo suficiente como para que os sintáis orgullosas de
nosotros. Parece que el mundo empieza a comprendernos y eso no hubiera sido
posible sin vosotras.
Hoy ya podemos sentirnos libres. Vuestra lucha será
nuestra y así será hasta que la condición de madre o padre, mujer u hombre, no
determine el tipo de vida que tienes que vivir.
Queridas madres del pasado... MUCHAS GRACIAS.
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